El multitasking arruina tu productividad

Yo era la reina del multitasking. Podía hacer cada cosa que me pedían al mismo tiempo: escribir notas, crear contenido para redes sociales, estar en una reunión, conducir e incluso maquillarme al mismo tiempo.

No voy a hablar de la cantidad de veces que puse en riesgo mi vida, pero más allá de tremenda irresponsabilidad, la verdad es que todo lo que hacía era muy sloppy. Cumplía con todo, pero al mismo tiempo sentía que podía hacerlo mejor. La pregunta era ¿cómo?

Generalmente se asocia el multitasking como gran destreza para temas laborales y académicos. Pero esta capacidad de hacer varias cosas a la vez en realidad tiene un impacto negativo sobre la productividad.

Algunos estudios recientes mostraron que el multitasking puede llegar a disminuir el IQ y que también disminuye la materia gris del cerebro. Pero lo más inesperado fue que esta práctica reduce la productividad hasta en un 40%.

Viví de esta forma durante casi toda mi vida así que nunca pensé que mi gran habilidad de multitasking -de la que incluso me enorgullecía en mis entrevistas de trabajo- se convertiría en mi gran problema.

Mentiría si dijera que logré llegar sola al camino del mindfulness. Pasé por muchos cursos para mejorar la productividad, pasé por seminarios, libros, podcasts. Hasta que me topé con una palabra que nunca había escuchado y que me resonó.

El mindfulness empezó en mi vida como un concepto muy abstracto y que abarcaba demasiadas cosas. Poco a poco aprendí sobre la importancia de estar presente, la importancia de dar mi atención plena a cada cosa que tenía que hacer. Al principio me costó muchísimo. Mi cabeza siempre estuvo corriendo a 1000 km/h y no sabía cómo ponerle un freno.

Traté de hacer ejercicios de 5 minutos de respiración consciente y fueron una verdadera tragedia. Mi cabeza estaba dando vueltas sobre cada cosa que tenía que hacer, sobre mis pendientes, sobre lo que me comentó una amiga, sobre un evento familiar. No logré concentrarme y lo dejé ahí.

Luego traté de aplicarlo a mi trabajo. Me ponía como meta estar 100% concentrada en una sola tarea por 30 minutos. Era complicadísimo, las distracciones, el celular, un perro ladrando, una mosca que pasó volando cerca de la ventana.

Me tomó mucho tiempo, más del que hubiera querido, aprender a concentrarme en una sola cosa a la vez. Pero cuando lo logré pude ver al fin que mi gran habilidad de multitasking era algo que tenía que desterrar de mi vida para siempre.

La verdad es que, en la gran mayoría de ocasiones, hacer todo al mismo tiempo da como resultado que todo se haga sin la atención debida. Por otro lado, el mindfulness tiene el efecto contrario.

Este concepto tiene que ver con la atención plena al momento presente, por lo que resulta particularmente útil para mejorar la productividad. Al dejar de lado las distracciones y atender de forma individual y consciente a cada actividad que se realiza, los resultados son mejores.

En un próximo post te contaré el paso a paso para dejar atrás la vida del multitasking.